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Estigma y discriminación hacia personas con obesidad, provocan daños en la salud mental



Si consideramos que en México dos terceras partes de la población viven con sobrepeso y obesidad, una gran parte de esta población es objeto del estigma y la discriminación.


Quienes viven con obesidad se enfrentan a estigmas sociales que se perciben en los medios de comunicación y en la sociedad, y consisten en devaluar a la persona por su cuerpo.

El estigma hacia la obesidad está muy generalizado en nuestra sociedad y se ha convertido en un desafío de salud global. Este, por lo regular, se basa en la suposición errónea de que la obesidad se deriva principalmente de una falta de autodisciplina y responsabilidad personal. Evidencias recientes muestran que el estigma de la obesidad puede contribuir a empeorar los problemas asociados a esta condición y a crear barreras adicionales para un tratamiento y prevención efectivos, así como a generar temas de salud mental que constituyen otra barrera para un tratamiento exitoso.

En la conferencia de prensa “Obesidad y Salud Mental”, organizada por Novo Nordisk, el Dr. Fernando Pérez Galaz, cirujano gastro bariatra y cofundador de la organización civil Obesidades, explicó que la obesidad es una enfermedad crónica, compleja, multicausal y progresiva, que resulta de la interacción de factores conductuales, medioambientales, genéticos y metabólicos. “Se caracteriza por un exceso anormal de grasa corporal que afecta negativamente a la salud física y mental, y se va construyendo a lo largo de la vida, desde el seno materno hasta la vejez.”

México tiene una de las tasas de sobrepeso y obesidad más altas del mundo. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, ambas condiciones afectan al 42.9% de la población de 12 a 19 años y al 72.4% de la población de 20 y más años.

El Dr. Pérez Galaz informó que la obesidad es causa de múltiples comorbilidades que contribuyen a un gran porcentaje de mortalidad, discapacidad y muerte prematura en la población.[3] Estas comorbilidades son metabólicas, mecánicas y mentales.

“Las personas con peso normal tienen casi el 80% de probabilidad de llegar a los 70 años; para quienes tienen sobrepeso la probabilidad de llegar a los 70 años se reduce al 60% y para quienes viven con obesidad esta probabilidad es de sólo el 50%”, advirtió el especialista en cirugía bariátrica.

El Dr. Pérez Galaz hizo hincapié en que no debe juzgarse a la persona que vive con obesidad como carente de fuerza de voluntad, ya que la obesidad responde a múltiples causas, entre ellas que vivimos en un ambiente obesogénico, que promueve el consumo de alimentos hipercalóricos y donde los mecanismos de esfuerzo y recompensa giran alrededor de la comida. “Se crea una dependencia a nivel cerebral que pide más comida como compensación a los problemas de la vida cotidiana e inclusive como respuesta a la pérdida de peso, favoreciendo la recuperación de peso.”

“Al ser una enfermedad tan compleja, la obesidad requiere de un tratamiento multidisciplinario, que incluye un estilo de vida saludable con actividad física; un abordaje integrativo cognitivo, psicodinámico y humanista; tratamiento farmacológico con agonistas del receptor de GLP-1, fentermina y psicofármacos, y cirugía bariátrica. Todo ello considerando las necesidades de los pacientes y cuatro valores centrales: respeto y empatía hacia la persona con obesidad, así como confianza y trabajo en equipo con el profesional de la salud”, expresó el Dr. Pérez Galaz.

El estigma y discriminación empeoran la salud mental

En su intervención, la psicóloga Erika Backhoff, educadora en diabetes con máster en terapias conductuales y contextuales, cuestionó si la obesidad es responsabilidad de la persona y qué tanto influye su contexto. “Debemos tomar en cuenta que el 23% de la población vive en pobreza alimentaria, sólo el 56% de los hogares puede consumir diariamente frutas y verduras y sólo el 22.4% de los hogares tiene acceso a agua potable, lo que se une a largas jornadas de trabajo y traslados, así como a pocas horas de sueño. Entonces, los factores medioambientales influyen decisivamente en la obesidad.”

La psicóloga Backhoff explicó que el estigma de obesidad es una percepción adversa que se tiene de la persona a causa de su condición física. Las personas que son objeto de estigmatización también lo son de discriminación, que es el trato adverso que se da a esa persona por el mismo motivo.

“Quienes viven con obesidad se enfrentan a estigmas sociales que se perciben en los medios de comunicación y en la sociedad, y consisten en devaluar a la persona por su cuerpo. También son objeto de autoestigmas, ya que terminan por creer que son alguien ‘sin valía’ y ‘no suficientes’, como lo dice la sociedad. Ello puede afectar su autoestima y capacidad de pedir ayuda. También existen los llamados estigmas estructurales, que son el conjunto de normas, políticas y prácticas de las instituciones que restringen los derechos y las oportunidades de las personas estigmatizadas. Hay menos oportunidades para las personas con obesidad”, subrayó la especialista.

Quienes viven con obesidad están expuestos a discriminación en diferentes ámbitos. “En el ámbito estudiantil hay menor aceptación hacia los estudiantes con obesidad; en el ámbito laboral, algunos empleadores no contratan personas con obesidad bajo ninguna condición, y otros sólo los contratan bajo circunstancias especiales. Prácticamente en todos los aspectos de la vida se recuerda a las personas con obesidad que se hallan en una sociedad que odia la gordura. Evidentemente, esta estigmatización debe traer consecuencias graves en la conducta, personalidad, habilidades sociales, habilidades cognitivas y sexualidad”, señaló la psicóloga Erika Backhoff.

Respecto a las consecuencias del estigma y la discriminación en la salud mental de la persona que vive con obesidad, la especialista indicó que “hasta el momento resulta complicado determinar si la obesidad provoca alteraciones específicas en la personalidad o son éstas las que desencadenan la obesidad. En el tratamiento de la obesidad, la identificación de las características psicológicas es tan fundamental como los demás factores que intervienen en ella. Esto debiera traducirse en un abordaje interdisciplinario y específico a cada persona, por lo que es necesario realizar una evaluación completa de la personalidad y el sistema ambiental.”

“Para derribar el estigma y la discriminación, tenemos que informarnos nosotros e informar a los demás sobre la salud mental, adaptar la forma en que hablamos del tema para que sea reconfortante y, en general, juzgar menos y apoyarnos más”, comentó la especialista.

“Si deseamos llevar este objetivo a la práctica, tendremos que utilizar un lenguaje neutro, sin prejuicios y hablar de personas con obesidad y no de personas obesas. Otro punto importante es evitar poner etiquetas y colocar a la persona en primer lugar; también debemos evitar describir a las personas como víctimas o discapacitadas, y concentrarnos en lo alcanzable para lograr la salud y el bienestar, lo que va más allá de bajar de peso. La conciencia del lenguaje también se aplica a las empresas y miembros de los medios de comunicación, que hablan y escriben sobre la obesidad. Consideremos que las palabras tienen el poder de elevar o destruir. #DiloSinEtiquetas”, concluyó la psicóloga Backhoff.

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