El Museo de Arte Popular (MAP) organiza por decimotercera ocasión el Concurso Exposición de Piñatas
Con la finalidad de rescatar la esencia del arte popular en la fabricación de estas significativas figuras, imprescindibles en la celebración de toda Posada, E
Niños, jóvenes y adultos podrán disfrutar del colorido y creatividad que envuelven a las tradicionales piñatas, a partir de este sábado 9 de noviembre y hasta el 15 de diciembre, de 2019, en el patio del MAP. Las fiestas navideñas en México están permeadas por rasgos que son fruto del sincretismo de fiestas prehispánicas, cristianas y populares. La Nochebuena y la Navidad salieron de los recintos eclesiásticos para celebrarse en los hogares, en donde se convertirían en fiestas familiares y comunitarias. Previo a la Nochebuena existe un conjunto de preparaciones y festejos como las pastorelas, la instalación del Nacimiento y por supuesto las Posadas (del 16 al 24 de diciembre) que se celebran con procesiones, cánticos, velas, ponche de granada o frutas y las tradicionales piñatas, estas últimas, colmadas de colorido y creatividad, sinónimo de diversión y alegría. En México, antes de la conquista española se celebraba el advenimiento de Huitzilopochtli en el mes Panquetzaliztli, el cual coincidía con la época en que los europeos festejaban la Navidad. Esto hizo que las posadas o jornadas, fueran una de tantas ceremonias de carácter profano-religioso que utilizaron para sustituir los antiguos ritos de los indígenas, por la fe católica.
Durante los primeros años de la Colonia la costumbre era concurrir a los atrios, misma que se fue extinguiendo poco a poco, hasta casi desaparecer. Pero los indígenas ya evangelizados y encariñados con las tradicionales ceremonias, las trasladaron a sus casas “y como en los tiempos paganos, además del acto puramente religioso, efectuaron bailes y convites entre los vecinos”.
Ya en 1808, las posadas se desarrollaban con entusiasmo desbordante, principalmente en la Ciudad de México, en casi todas las familias y con más o menos lujo, según sus posibilidades.
Hoy en día, en los atrios de las iglesias, en patios de las casas e incluso en las calles, se cuelgan piñatas de barro o cartón que tradicionalmente tienen una forma de estrella de siete picos brillantes, para después ser golpeadas con un palo o madero que representa la virtud y la esperanza de aquel que va a romper la piñata.
En Oaxaca, hasta los palos se preparan de manera especial, los piñateros los hacen de yegualán, árbol del matorral que se encuentra en zonas de cactus candelabro, y se forran de crespón y hojas del mismo color que el de la piñata. En algunos lugares de Veracruz, Chiapas y el Istmo de Tehuantepec, durante la temporada de posadas también se acostumbra hacer las “ramas”: se adorna la rama de un árbol en cuyo centro colocan un pequeño nacimiento, con esto los peregrinos recorren las calles para entonar en las puertas de las casas los cánticos también llamados “ramas”, acompañándose con unas sonajas o un pequeño tamboril, o en otros casos con jaranas veracruzanas y un requinto jarocho.
La obra de nuestros artesanos se valora cuando se conoce: Visita el MAP