Cáncer cervicouterino, cobra vida de muchas mujeres
El cáncer de cuello uterino es el segundo tipo de cáncer más frecuente en la mujer, y prácticamente todos los casos están relacionados con la infección del Virus del Papiloma Humano (VPH).

El cáncer cervicouterino, también conocido como cáncer de cuello de la matriz, es un tumor maligno que inicia en el cuello de la matriz y es más frecuente en mujeres mayores de 30 años.
Los hábitos y patrones sexuales de una mujer pueden aumentar su riesgo de padecer cáncer cervical. Las prácticas sexuales riesgosas incluyen: Tener relaciones sexuales a una edad temprana. Tener múltiples parejas sexuales. Tener una pareja o múltiples parejas que participen en actividades sexuales de alto riesgo.
Otros factores de riesgo del cáncer cervical incluyen: Haber tenido más de 3 partos, fumar, tener problemas de desnutrición, no haber recibido la vacuna contra el VPH, estar en condiciones económicas desfavorables, tener una madre que haya tomado durante su embarazo el medicamento dietilestilbestrol a comienzos de los años 60 para prevenir el aborto espontáneo o tener un sistema inmunitario debilitado.
El Cáncer cervicouterino es el crecimiento anormal de las células que se encuentran en el cuello de la matriz. Al inicio las lesiones son tan pequeñas que no se pueden ver a simple vista y duran así varios años. Comienzan en las células de la superficie del cuello uterino. Existen 2 tipos de células en la superficie del cuello uterino: escamosas y columnares. La mayoría de los cánceres de cuello uterino provienen de las células escamosas.
Generalmente es lento en su desarrollo y se presenta como una afección precancerosa llamada displasia. Esta afección se puede detectar por medio de una citología vaginal y es 100% curable.

Pueden pasar años para que la displasia se convierta en cáncer cervical. La mayoría de las mujeres a quienes se les diagnostica cáncer cervical en la actualidad no se han sometido a citologías vaginales regulares o no han tenido un seguimiento por resultados anormales en estas.
Casi todos los cánceres cervicales son causados por el virus del papiloma humano (VPH), un virus común que se disemina a través de las relaciones sexuales. Existen muchos tipos diferentes (cepas) de VPH y algunas cepas llevan a cáncer cervical. Otras cepas pueden causar verrugas genitales, mientras que otras no causan ningún problema en absoluto.
Cuando el cáncer está en una etapa avanzada se puede ver a simple vista en la exploración ginecológica o causar otras molestias, entre ellas, el sangrado anormal después de la relación sexual, entre los periodos menstruales o después de la menopausia, aumento del flujo de sangrado vía genital con mal olor, dolor de cadera y pérdida de peso.
Cuando apenas inicia, el tratamiento puede ser con cirugía quitando la matriz o con radioterapia y quimioterapia en los casos más avanzados. La mayor parte del tiempo, el cáncer cervical inicial es asintomático. Los síntomas que se pueden presentar y que ameritan de un estudio médico profundo, son: Sangrado vaginal anormal entre periodos, después de la relación sexual o después de la menopausia. Flujo vaginal que no cesa, que puede ser pálido, acuoso, rosado, marrón, con sangre o de olor fétido. Periodos menstruales que se vuelven más abundantes y que duran más de lo normal.
El cáncer cervical puede diseminarse a la vejiga, los intestinos, los pulmones y el hígado. Con frecuencia, no hay problemas hasta que el cáncer esté avanzado y se haya propagado. Los síntomas del cáncer cervical avanzado pueden ser:

Dolor de espalda
Fracturas o dolor en los huesos
Fatiga
Fuga o filtración de orina o heces por la vagina
Dolor en las piernas
Inapetencia
Dolor pélvico
Hinchazón en una sola pierna
Pérdida de peso
Los cambios precancerosos del cuello uterino y el cáncer cervical no se pueden ver a simple vista. Se necesitan exámenes y herramientas especiales para descubrir tales enfermedades.
Un Papanicolaou o citología vaginal detecta precánceres y cáncer, pero no es un diagnóstico final.
La prueba de ADN para la detección del VPH junto con la citología vaginal. O puede hacerse una vez que la mujer haya tenido un resultado anormal en la citología vaginal. También puede ser usada como la prueba inicial.
Si se encuentran cambios anormales, generalmente se examina el cuello uterino bajo aumento o ampliación microscópica. Este procedimiento se denomina colposcopia. Durante este procedimiento, se extraen fragmentos de tejido en forma quirúrgica (biopsia) y se envían al laboratorio para su análisis.
El tratamiento del cáncer cervical depende de: La etapa o estadio del cáncer, del tamaño y forma del tumor, de la edad y salud general de la mujer y de su deseo de tener hijos en el futuro. Puede incluir la extirpación del útero, quimioterapias y radioterapias.
El cáncer cervical precoz se puede curar con la extirpación o destrucción de los tejidos precancerosos o cancerosos. Es por esto que las citologías vaginales de rutina son tan importantes para prevenir el cáncer cervical. Existen diversas formas quirúrgicas de hacer esto sin extirpar el útero ni dañar el cuello uterino, de tal manera que la mujer pueda aún tener hijos en el futuro.